Santander / Auckland


Jan Santana, patrón y armador catalán, peso pesado de la vela española durante muchos años, acuñó un dicho que se hizo muy popular en las regatas: “En cada barco internacional, un neozelandés; y en cada barco nacional, un cántabro”. Que comparen a esta minúscula región con la gran potencia mundial de la vela deportiva debe ser un orgullo tremendo para todos los montañeses. En las antípodas, bajas a comprar el pan y el tendero te habla de vientos y ceñidas como en España lo haría de un penalti no señalado. Allí la vela es el deporte rey. Aquí, pese a no contar con esa pasión de los aficionados ni ser un deporte popular, no han faltado nunca cántabros en equipos de la America’s Cup o de la Vuelta al Mundo, y por supuesto, han copado siempre las mejores tripulaciones de las competiciones domésticas. Ningún dependiente de ningún comercio les pedirá nunca un autógrafo ni les comentará su última regata. Todos recuerdan a los cántabros del Madrid de carrerilla...

Esta tierruca lo mismo es un excelente vivero de futbolistas que de navegantes, ciclistas o atletas. Es una extraordinaria factoría de deportistas de alto nivel. Tengo claro, al igual que Santana, que Cantabria es la Nueva Zelanda española. Ambas son igual de verdes y de las dos dicen que tienen la mejor leche vacuna del mundo… Hasta un Señor de los Anillos bancario tenemos.

Sin que ningún estudio científico pueda establecer correlaciones, al parecer, los regatistas de dos lugares tan distantes salen igual de geniales. ¡Eso sí que es la leche! Por eso, un Mundial de clases olímpicas en Santander reconoce y corona esa tradición ancestral desde Juan de la Cosa a Jan Abascal, de aquellos barcos cántabros que liberaron la ciudad de Sevilla a otros que se colgarán la medalla de oro. 

Fran Díez

Un apunte de vela publicado en El Diario Montañés antes del Mundial de clases olímpicas que se  celebró en Santander en 2014

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