Adiós a las botas negras


Amarillas fosforito, naranjas, fluorescentes, rosas o de cualquier colorín chillón. Todavía no las hay estampadas de brócoli o jamón de Guijuelo como las camisetas, pero todo se andará... Hubo un tiempo en el fútbol en el que las botas eran solamente negras o marrón-oscuro-casi-negro, aunque en la actualidad sean ya una rareza. La empresa que puso fin al reinado de las botas negras no fue otra que Hummel, que hoy viste al Racing y al Go Fit de balonmano en Cantabria.

Las primeras botas que tuvieron un color diferente al negro fueron también muy discretas y elegantes. Eran blancas con unos ribetes negros. Una pequeña revolución estética con una historia increíble detrás. El exclusivo blanco inmaculado en el calzado lo lució por primera vez el futbolista inglés Alan Ball en agosto de 1970 en la Charity Shields, el equivalente a nuestra Supercopa. El partido enfrentó al Everton, su equipo, con el Chelsea. Los toffees vencieron 2-1 y las botas blancas causaron sensación.

Hummel era entonces una firma alemana hoy la empresa está radicada en Dinamaca totalmente desconocida en Inglaterra. Un avispado y joven empresario, Brian Hewitt, se había responsabilizado de abrir mercado en su país y tomó el mando de la franquicia en la isla. A él se le ocurrió romper las reglas y pintar las botas que le habían enviado desde tierras germanas de blanco. Llamar la atención era la clave. Conocía muy bien el negocio de la ropa deportiva ya que había trabajado varios años para otra marca, Slazenger. El blanco era el color de la paz y los Beatles le había elegido como portada de su décimo álbum poniéndole de moda dos años antes.

Pero para llamar la atención de verdad Hewitt necesitaba que una estrella del fútbol se calzase sus botas blancas y también sabía cómo conseguirlo: con dinero. El perspicaz comercial estaba dispuesto a pagar 2.000 libras a un futbolista con cierto cartel para que utilizase esos botines como promoción... Y a Alan Ball le venía muy bien el dinero. El centrocampista era uno de esos pelirrojos eléctricos y pequeñitos que suele fabricar el fútbol británico, infatigable y combativo. Había formado parte de la selección inglesa que ganó el Mundial en 1966, aunque su convocatoria fue bastante discutida, y era un tipo con mucho carisma.

Alan Ball reconoció años después que lo que le motivó fue el dinero y no tanto el llamar la atención o pasar a la historia de fútbol en modesto renglón: "Para ser honestos las botas eran un mierda, eran como cartón", explicaba el futbolista. Y es que el acuerdo fue tan rápido, algo que no esperaba Brian Hewitt, que cuando el internacional le dijo que sí no tenía listo el calzado. Hicieron varias pruebas y hubo problemas con los moldes que le tomaron al futbolista... Al final, cinco días antes del partido, decidieron a toda prisa pintar con varias capas de pintura las Adidas que usaba Ball habitualmente y coser posteriormente a los lados los reconocibles chevrones de Hummel. El trabajo se hizo a toda prisa, tanta que tuvieron que mandar las botas por ferrocarril el viernes desde el norte del país y llegaron sólo dos horas antes de empezar la final en Wembley.

Hewitt, muy listo,  había hablado con el comentarista de televisión del choque, el famoso Kenneth Wolstenholme, que había narrado la final de la Copa del Mundo de 1966, y el periodista mencionó varias veces las brillantes botas que lucía Alan Ball durante la emisión en directo de la BBC. Incluso el realizador mostró unos cuantos planos cortos del calzado, algo que nunca antes había ocurrido.

White Hummel Football Boots
El día después del partido el teléfono de la franquicia de Hummel en Inglaterra ya no dejó de sonar... ¡Ese lunes recogieron el pedido de 12.000 pares de botas blancas! Más del doble de lo que la firma tenía previsto vender en todo el año. La marca de ropa mejoró rápidamente la calidad del producto y olvidó la pintura exprés. La moda se extendió como la pólvora e incluso otros futbolistas se animaron a probar con otros colores. Charlie George se atrevió con unas botas rojas en el Arsenal... Enseguida otras marcas copiaron esa línea abierta por Hewitt en sus productos.

Alan Ball siguió jugando con sus Adidas pintadas de blanco algunos partidos más por comodidad. "Todo iba genial hasta que un día empezó a llover durante el partido y la pintura se fue diluyendo... El representante de Hummel montó en cólera al enterarse de lo que había hecho y me olvidé de cobrar las 2.000 libras", contó años después. El futbolista inglés, que en su momento fue el traspaso más caro del fútbol británico, murió en 2007.


La empresa Hummel también tiene detrás una historia muy llamativa. Se fundó en 1923 en Hamburgo (Alemania), pero actualmente su oficina principal está en Aarhus (Dinamarca). La ciudad danesa que sucede a Santander como organizadora del Mundial de clases olímpicas de vela en 2018. En 1980 un grupo de empresarios daneses encabezados por Jorgen Vodsgaard compraron la compañía y la trasladaron a su país. Un año antes Hummel había comenzado ya a vestir a la selección nórdica de fútbol, aunque fue en el Mundial de México 86 donde la equipación de la Dinamita Roja causó sensación y polémica. Hummel siempre innova y rompe las reglas estéticas del momento. La extrema competencia con sus vecinos de Adidas y Puma han hecho que una de sus señas de identidad sea precisamente marcar la diferencia para sobrevivir.


Un zapatero alemán, Albert Messmer, después de asistir a un partido de fútbol un día de lluvia y barro, ideó y fabricó las primeras botas de tacos de la historia. Junto con su hermano fundó la compañía Messmer & Co y en su primer catálogo ofrecían desde botas de montaña a gorros de baño. Ese fue el origen de Hummel, que siempre ha estado muy vinculada a los deportes. De hecho, el contrato de esponsorización con un equipo más largo de la historia es suyo: visten al GWD Minden de balonmano desde 1960. Desde su origen en 1923 han cambiado de país de y de logo, ya que en 1969 transformó su estilizado abejorro eso es lo significa la palabra hummel por unos minimalistas chevrones.

Fran Díez

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